Este proyecto se inicia en el 2018 a partir de la necesidad de ambas investigadoras de conocer con mayor profundidad la producción artística de mujeres del siglo pasado, específicamente de 1900 a 1980. En estos años se hizo una exhaustiva investigación en los archivos del Museo Nacional, Biblioteca Nacional, Teatro Nacional, entre otras instituciones estatales. Se ha hecho la recuperación de archivos por medio de 50 entrevistas (aproximadamente) a artistas como familiares que salvaguardan el patrimonio de las creadoras fallecidas, se realizaron visitas a coleccionistas privados y se hizo la consulta sobre sus colecciones a las siguientes entidades: la Galería Nacional, Museo de Arte Costarricense, Museos del Banco Central, Museo de Arte y Diseño Contemporáneo, Museo Juan Santamaría, Museo de Jade, Banco de Costa Rica, Caja Costarricense del Seguro Social, Poder Judicial, Municipalidad de Heredia, Municipalidad de San José, Municipalidad de Cartago, Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Costa Rica, Banco Nacional de Costa Rica, Centro Cultural Costarricense Norteamericano, Teatro Melico Salazar, entre otros. También, se ha patrocinado la restauración de 5 obras, 3 pertenecen a colecciones estatales y 2 a colecciones privadas.
En base a esta exhaustiva investigación se llegó a la conclusión de que las mujeres artistas que iban surgiendo de esos archivos de la época, estaban presentes y muy activas no solo en el campo artístico y académico del país sino de manera internacional, y que sus prácticas artísticas no solo se limitaban a la pintura, grabado, escultura, cerámica, fotografía, sino también a la gestión cultural, a la producción editorial y a la docencia en escuelas, colegios y a nivel universitario. No obstante, un mínimo porcentaje de estas creadoras ha sido reconocido por la Historia del Arte Costarricense legitimando su trabajo y, lamentablemente, otra gran parte del legado de estas artistas del siglo pasado ha sido invisibilizado.
Por esta razón y con el propósito de mostrar una parte de la investigación realizada hasta el momento, este proyecto (autogestionado) “Cronologías de lo invisible” pretende mostrar una genealogía de artistas del siglo pasado, por medio de tres exposiciones durante el primer semestre del 2022 en el Museo de Jade, Museo Rafael Ángel Calderón Guardia y la Biblioteca Nacional.
Un antecedente fundamental para este proyecto es el libro “La mujer costarricense a través de cuatro siglos” realizado por Angela Acuña Brown, (primera mujer graduada como abogada en Centroamérica), quien junto con otras activistas de la época fundó la Liga Feminista Costarricense en 1923, a partir de este momento, las mujeres tomaron las calles y lucharon por obtener sus derechos; fue allí precisamente que se dio el despegue de las luchas sufragistas en Costa Rica.
Acuña concluyó a sus 78 años de edad, los dos tomos (de “La mujer costarricense a través de cuatro siglos”) dedicados a la historia de las mujeres desde la época precolombina hasta 1969. Su trabajo recuperó la vida de enfermeras, tipógrafas, telegrafistas, docentes, mujeres invaluables de la sociedad y de todas las áreas. En esta publicación, precisamente Ángela Acuña cataloga como la primera feminista en un sentido real y profundo de esa palabra a Manuela Escalante, cuyo quehacer intelectual se denota en salones de tertulia de Cartago, el cual se reseña en periódicos de 1840.
En el tomo dos dedica varias páginas a mujeres en las artes visuales, siempre escribiendo una pequeña reseña de sus vidas y de su obra, hoy crónicas invaluables. Muchas de esas artistas están hoy presentes en este espacio expositivo, pero de otras aún hay un vacío y una interrogante sobre su legado.
El antecedente de Acuña es importante porque reivindica el papel que todas estas mujeres tuvieron de manera activa en todas las expresiones de las artes visuales en el país a partir de exposiciones como Las Fiestas del arte (1902 a 1906), muchas de ellas fueron parte de la fundación del Club de Amigos del Arte en 1928 y estuvieron presentes en las Exposiciones del Diario de Costa Rica (1928-1937). Basta sólo comprobar con la actividad incansable del Centro Femenino de Estudios, fundado el 18 de mayo de 1937 por Mireya Gurdián Aguero, donde a través de 14 años y de manera ininterrumpida se ofreció más de 1172 conferencias sobre arte y se presentaron innumerables exposiciones, permitiendo que muchas mujeres artistas tuvieran acceso al conocimiento sobre arte, filosofía, ciencia, etc., generando un espacio para discutir y exponer su propio trabajo (Acuña, 1970, p. 298).
Las construcciones de estas historias de mujeres artistas implican entre otros aspectos, abordar sus pensamientos y ubicarlas en el contexto histórico. Significa contextualizar su producción intelectual, saber quiénes son, identificar su lugar en la sociedad, su pertenencia de clase, etnia, desde la perspectiva de género (Prada, 2015, p.28).
Con respecto a lo anterior, es valioso destacar que este proyecto de investigación sólo está comenzando, ya que el silenciamiento provocado por una violencia estructural, patriarcal, epistemológica, ha borrado el legado artístico del siglo pasado de mujeres indígenas, mujeres migrantes, mujeres trans, mujeres disidentes, mujeres que están absolutamente ausentes no sólo de la historia del arte, sino de toda nuestra memoria costarricense y las investigadoras Sánchez y Vargas continuarán reconstruyendo los archivos que reedifiquen estas genealogías, como un gesto político que requiere de la búsqueda de las huellas dispersas de nuestras ancestras.
Esta exposición busca hacer un acercamiento a quienes fueron esas artistas, sus rostros, sus trabajos, sus méritos. Sin embargo, aún faltan muchas otras artistas y obras por conocer, ocultas en salas, archivos o bodegas de alguna casa donde la pintura de la abuela o la tía artista, se le ha otorgado un interés más de índole familiar, de objeto o “anécdota curiosa”, negándoles el verdadero valor que estas tienen para la historia y la memoria del arte costarricense.